Y saber. Saber que estás aquí. Que eres tú. Que soy yo. Saber que es una realidad, y no un sueño.
Es como el viento. Rápido, libre, suelto. Que se va lejos, muy lejos. Y cuando llega, es una brisa. Una brisa que trae consigo motitas de cristal saladas. O en cambio, caricias dules, el aroma de las flores.
El mar, el viento; tú y yo. La hierba, las flores, la brisa. El mundo.
El cielo y la tierra. El norte y el sur. Dulce y salado. El calor y el frío.
Sí, frío. Ahora cálido, acogedor. El uno para el otro. Complementados. Tu voz y mi voz. Tus besos, mis besos. Nuestros abrazos. Tú cuerpo con mi cuerpo. Nuestras caricias, nuestro tesoro:
nuestro amor.
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