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miércoles, 9 de marzo de 2011

Lo mismo de siempre.

Sentada en el mismo lugar de siempre. A la misma hora de siempre. Con el mismo ánimo. Con la misma música de fondo. Con los mismos pensamientos. Con las mismas lágrimas. Con las mismas palabras. Con las mismas ganas de salir por la puerta o, en cambio, dormir para soñar. Sí, soñar. Ahí donde lo que más deseas se hace realidad. En ese mundo inexistente dónde recuerdos, sensaciones y pensamientos se entremezclan y muestran aquello que deseas. Aquello que ansías. O aquello que está por suceder. Donde nunca mueres, donde todo es posible. Sí, ahí quiero estar... Porque es el único lugar en el que me siento completa. Ya ni mi propia habitación, ni mi pequeño rincón de la cama son suficientes... No, eso ya no me llena. Lo único que me llena es evadirme. Y soñar en vez de llorar. Soñar con aquello que tuve, que tengo o que jamás tendré. O quizás sí, quién sabe.

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